Saturday, August 31, 2019

LIBRO DE URANTIA - PARTE III - LAS PARABOLAS DE JESUS - 1. LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

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LIBRO DE URANTIA
PARTE III
LAS PARABOLAS DE JESUS

1.LA PARAABOLA DEL SEMBRADOR

A. AÑO: 29 d.C.
B. LUGAR: Betsaida
C. MOMENTO: Esta fue la primera parábola que Jesús presentó como tal. Jesús estaba en una embarcación cerca de la orilla, meditando. Unas mil personas se congregaron en la orilla ese domingo por la mañana. Pedro salió de la embarcación y quiso predicar a la multitud, pero Jesús dijo: “Les contaré un cuento.”
E. LA PARÁBOLA: “Por esta época empezó Jesús a emplear por primera vez el método de la parábola en sus enseñanzas a las multitudes que tan frecuentemente se congregaban a su alrededor. Puesto que Jesús había hablado con los apóstoles y otros casi hasta la madrugada, este domingo por la mañana muy pocos del grupo estaban levantados a la hora del desayuno; por eso se dirigió a la orilla del mar y se sentó solo en una barca, la vieja barca de pesca de Andrés y Pedro, que se mantenía siempre a su disposición, y meditó sobre el paso siguiente en la tarea de expandir el reino. Pero el Maestro no permaneció a solas mucho tiempo. Muy pronto empezó a llegar gente de Capernaum y de las aldeas cercanas, y para las diez de la mañana, se habían congregado casi mil personas en la orilla del mar cerca de la barca de Jesús y clamaban su atención. Pedro ya se había levantado y, dirigiéndose a la barca, dijo a Jesús: «Maestro, ¿debo hablarles?» Pero Jesús respondió: «No, Pedro, yo les contaré un cuento». Entonces Jesús comenzó el relato de la parábola del sembrador, una de las primeras en una larga serie de dichas parábolas que enseñó a las multitudes que le seguían. Esta barca tenía un asiento elevado en el que él se sentó (porque era costumbre entonces enseñar sentados) mientras hablaba a la multitud congregada a lo largo de la costa. Una vez que Pedro habló unas palabras, Jesús dijo:
“«Un sembrador salió a sembrar, y ocurrió que al sembrar, algunas de las semillas cayeron en el camino y fueron pisadas y devoradas por los pájaros del cielo. Otra semilla cayó entre las rocas, donde había poca tierra, e inmediatamente esa semilla brotó porque la tierra no era muy honda, pero pronto brilló el sol y la quemó porque como no tenía raíz no podía absorber humedad. Otra semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, de modo que no dio grano. Pero otra semilla cayó en buena tierra y, al crecer, dio buenas espigas, y algunas espigas dieron treinta granos, otras setenta, y algunas cien». Cuando terminó de hablar esta parábola, dijo a la multitud: «El que tiene oído para oír, que oiga».
“Los apóstoles y los que estaban con ellos, cuando oyeron a Jesús enseñar a la gente de esta manera, estuvieron grandemente perplejos; y después de mucho conversar entre ellos, esa noche en el jardín de Zebedeo, Mateo dijo a Jesús: «Maestro, ¿cuál es el significado de las obscuras palabras que hablas a la multitud? ¿Por qué les hablas en parábolas a los que buscan la verdad?» Jesús contestó:
“«Con paciencia os he instruido todo este tiempo. A vosotros os han sido dados a conocer los misterios del reino del cielo, pero a las muchedumbres que no disciernen y a aquellos que buscan nuestra destrucción, los misterios del reino les serán presentados de ahora en adelante en parábolas. Así lo haremos, para que los que realmente desean entrar al reino puedan discernir el significado de la enseñanza y de este modo hallar la salvación, mientras que los que escuchan con la intención de tendernos una trampa queden aún más confundidos, porque verán sin ver y oirán sin oír. Hijos míos, acaso no percibís la ley del espíritu que decreta que al que tiene, se le dará aún más y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Por lo tanto, de aquí en adelante mucho hablaré yo a la gente en parábolas, para que nuestros amigos y los que desean conocer la verdad puedan encontrar lo que bus-can, y nuestros enemigos y los que no aman la verdad puedan oír sin comprender. Mucha de esta gente no siguen el camino de la verdad. El profeta realmente supo describir todas estas almas sin discernimiento cuando dijo: ‘Porque engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no discierna la verdad, ni la entienda en su corazón'».
“Los apóstoles no comprendieron plenamente el significado de las palabras del Maestro. Mientras Andrés y Tomás siguieron conversando con Jesús, Pedro y los demás apóstoles se retiraron a otra parte del jardín, y allí se pusieron a discutir intensa y largamente.
“Pedro y el grupo a su alrededor llegó a la conclusión de que la parábola del sembrador era una alegoría, que cada faceta contenía un significado oculto, y decidieron ir adonde Jesús y pedirle una explicación. Por lo tanto, Pedro se acercó al Maestro, diciendo: «No podemos penetrar el significado de esta parábola y deseamos que nos la expliques, puesto que dices que se nos da para conocer los misterios del reino». Al oír estas palabras Jesús le dijo a Pedro: «Hijo mío, nada deseo ocultarte, pero primero, ¿por qué no me dices qué estuvisteis discutiendo; cuál es tu interpretación de la parábola?»...  
“El Maestro dejó que esta confusión alcanzara su punto de expresión más intensa; luego golpeó las manos y los llamó a que se acercaran. Cuando todos ellos estuvieron nuevamente reunidos a su alrededor, dijo: «Antes de que os hable sobre esta parábola, ¿tiene alguno entre vosotros algo más que decir?» Después de un momento de silencio, Tomás habló: «Sí, Maestro, deseo decir unas pocas palabras. Recuerdo que tú cierta vez nos dijiste que nos cuidáramos de esto mismo. Nos instruiste que, al usar ilustraciones en nuestra predicación, debemos emplear historias verdaderas, y no fábulas, y que debemos seleccionar la historia que mejor se adapte a la ilustración de una verdad central y vital que deseemos enseñar a la gente, y que, después de usar así dicha historia, no hemos de intentar la aplicación espiritual de todos los detalles menores relativos al relato mismo. Sostengo que tanto Pedro como Natanael se equivocan en su intento de interpretar la parábola. Admiro la habilidad de ellos para hacer tales cosas, pero estoy igualmente seguro de que el intento de forzar una parábola natural a que arroje analogías espirituales en todos sus aspectos, tan sólo puede dar como resultado la confusión y una interpretación gravemente errónea del verdadero propósito de dicha parábola. El que yo tenga razón está plenamente comprobado por el hecho de que, aunque hace una hora nosotros estábamos todos de acuerdo, ahora estamos divididos en dos grupos separados que mantienen opiniones diferentes sobre esta parábola y sostienen dichas opiniones con tanta intensidad como para interferir, en mi opinión, con nuestra habilidad para aprehender plenamente la gran verdad que tú tenías en mente cuando presentaste esta parábola a la muchedumbre y posteriormente cuando nos pediste que comentáramos sobre ésta».
“Las palabras que habló Tomás tuvieron un efecto tranquilizante sobre todos ellos. Les hizo recordar lo que Jesús les había enseñado en ocasiones anteriores, y antes de que Jesús comenzara nuevamente a hablar, Andrés se puso de pie, diciendo: «Estoy persuadido de que Tomás tiene razón, y me gustaría que él nos dijera qué significado le adjudica a la parábola del sembrador». Al indicar Jesús con un gesto a Tomás que hablara, él dijo: «Hermanos míos, no querría prolongar esta discusión, pero si lo deseáis, diré lo que pienso y es que esta parábola fue dicha para enseñarnos una gran verdad. Esa verdad es que nuestra enseñanza del evangelio del reino, independientemente de que nosotros ejecutemos nuestra comisión divina fiel y eficientemente, encontrará grados variados de éxito; y que todas estas diferencias en los resultados se deben directamente a las condiciones inherentes a las circunstancias de nuestro ministerio, condiciones sobre las cuales prácticamente no tenemos control».
“Cuando Tomás terminó de hablar, la mayoría de sus hermanos predicadores estaba a punto de concordar con él, hasta Pedro y Natanael se le estaban acercando para conversar con él, cuando Jesús se puso de pie y dijo: «Bien hecho, Tomás; has discernido el verdadero significado de las parábolas; pero tanto Pedro como Natanael os han hecho igual bien a todos, porque ilustraron tan plenamente el peligro que se corre al querer convertir mis parábolas en alegorías. En vuestro corazón podéis emprender frecuentemente y con beneficio estos vuelos de la imaginación especulativa, pero cometéis un error si intentáis ofrecer vuestras conclusiones como parte de vuestra enseñanza pública»...
“La segunda noche de su estadía en Genesaret el Maestro nuevamente relató a los apóstoles la parábola del sembrador y agregó estas palabras: «Como podéis ver, hijitos míos, el llamado a los sentimientos humanos es transitorio y totalmente descorazonador; apelar exclusivamente al intelecto del hombre es práctica igualmente vacía y estéril; sólo si apeláis al espíritu que vive dentro de la mente humana, podéis esperar éxito duradero, realizar esas maravillosas transformaciones del carácter humano que efectivamente se manifiestan en abundantes frutos genuinos del espíritu, en la vida diaria de todos los que así son liberados de las tinieblas de la incertidumbre por el nacimiento del espíritu en la luz de la fe —el reino del cielo».”
F. LA LECCIÓN:
  1. Contar historias es el método de enseñanza más valioso. Esta parábola cubre dos ámbitos de la experiencia:
    1. Muestra cómo diferentes tipos de personas reciben el evangelio y reaccionan ante él.
    2. Indica cómo diferentes trabajadores del evangelio pueden esperar resultados diferentes de su trabajo.
  2. Recuerden: hay muchas interpretaciones diferentes que pueden imponerse a todo hecho o verdad.
  3. Una parábola está basada en un hecho real, no en una fábula. Y una parábola debería considerarse centrada en un punto especial—no es una alegoría.
  4. Vean que Jesús nunca dio a los apóstoles una interpretación de la parábola del sembrador.

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