Friday, August 30, 2019

LIBRO DE URANTIA - PARTE - II - LOS MILAGROS DE JESUS - 24. LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

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LIBRO DE URANTIA PARTE II LOS MILAGROS DE JESUS
24. LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO
A. AÑO: 30 d.C.
B. LUGAR: Betania
C. MOMENTO: Jesús recibió el recado de que Lázaro estaba muy enfermo. Concibió inmediatamente el plan de hacer un último y poderoso intento de salvar a los dirigentes judíos—dejaría que Lázaro muriera—y lo resucitaría de entre los muertos.
D. REFERENCIAS(1842.6) 168:0.6 (Juan 11:38-46)
E. EL MILAGRO: “Cuando Marta se encontró con Jesús, cayó a sus pies, exclamando: «Maestro, ¡si hubieras estado tú aquí, mi hermano no hubiera muerto!» Muchos temores pasaron por la mente de Marta, pero no expresó ninguna duda, ni tampoco se atrevió a criticar ni a poner en tela de juicio la conducta del Maestro en relación con la muerte de Lázaro. Cuando ella hubo hablado, Jesús se inclinó y, haciendo que se levantara, dijo: «Solamente ten fe, Marta, y tu hermano se levantará nuevamente». Entonces respondió Marta: «Sé que se levantará en la resurrección del último día; y aun ahora yo creo que lo que tú le pidas a Dios, nuestro Padre te lo otorgará».
“Entonces dijo Jesús, mirándola fijamente a los ojos: «Yo soy la resurrección y la vida; el que crea en mí, aunque muera, vivirá. En verdad, el que viva y crea en mí en realidad nunca morirá. Marta, ¿crees tú esto?» Y Marta respondió al Maestro: «Sí, hace mucho tiempo que creo que tú eres el Libertador, el Hijo del Dios vivo, aun el que debía venir a este mundo»
“Después de pasar Jesús unos momentos consolando a Marta y María, apartados de los demás, les preguntó: «¿Adónde lo habéis puesto?» Entonces Marta dijo: «Ven y verás». Mientras el Maestro seguía en silencio a las dos sufrientes hermanas, lloró. Cuando los amigos judíos que los seguían vieron sus lágrimas, uno de ellos dijo: «Mirad cómo lo amaba él. ¿Acaso el que abriera los ojos de un ciego no podría haber prevenido la muerte de este hombre?» En ese momento ya se encontraban de pie frente al sepulcro familiar, que era una pequeña cueva natural o declive en el reborde de la roca que se levantaba unos diez metros en el extremo más alejado del jardín.
“Es difícil explicar a la mente humana por qué lloró Jesús. Aunque tenemos acceso al registro de las emociones humanas combinadas con el pensamiento divino, como se anotan en la mente del Ajustador Personalizado, no estamos completamente seguros de la causa real de las manifestaciones emocionales. Nos inclinamos a creer que Jesús lloró debido a una cantidad de pensamientos y sentimientos que pasaban por su mente en ese momento, tales como:
“1. Sentía una compasión genuina y dolorosa por Marta y María; tenía un afecto humano profundo y real por estas hermanas que habían perdido a su hermano.
“2. Su mente se perturbó por la presencia de la multitud de plañideros, algunos sinceros, otros meramente fingidos. Siempre resentía él estas exteriorizaciones de pesar. Sabía que las hermanas amaban a su hermano y tenían fe en la sobrevivencia de los creyentes. Estas emociones conflictivas posiblemente expliquen por qué lloraba al acercarse a la tumba.
“3. Verdaderamente titubeó antes de traer a Lázaro de vuelta a la vida mortal. Sus hermanas en verdad lo necesitaban, pero Jesús lamentaba tener que traer de vuelta a su amigo para que experimentara la amarga persecución que sabía que Lázaro habría de sufrir como resultado de protagonizar la más grande de las demostraciones de poder divino del Hijo del Hombre.
“El pequeño grupo reunido ante la tumba de Lázaro no podía darse cuenta de la presencia cercana de vastas huestes de todas las órdenes de seres celestiales reunidas bajo la guía de Gabriel y aguardando la dirección del Ajustador Personalizado de Jesús, vibrando de expectativa y listos para ejecutar la solicitud de su amado Soberano.
“Cuando Jesús pronunció esas palabras ordenando: «Quitad la piedra», las huestes celestiales reunidas se prepararon para actuar el drama de la resurrección de Lázaro en la semejanza de su carne mortal. Esta forma de resurrección comprende dificultades de ejecución que en mucho transcienden la técnica usual de la resurrección de las criaturas mortales en forma morontial y requiere muchas más personalidades celestiales y una organización mucho mayor de recursos universales.
“Cuando Marta y María oyeron la orden de Jesús de que quitaran la piedra a la entrada de la tumba, se llenaron de emociones opuestas. María esperaba que Lázaro resucitara de entre los muertos. Pero Marta, aunque hasta cierto punto compartía la fe de su hermana, más sufría por el temor de que Lázaro no estuviera presentable, en su apariencia, ante Jesús, los apóstoles y sus amigos. Dijo Marta: «¿Realmente debemos quitar la piedra? Mi hermano ya hace cuatro días que murió, ya ha empezado su cuerpo a descomponerse». Marta dijo esto, también porque no estaba segura de la razón por la cual el Maestro había pedido que se quitara la piedra; pensó que tal vez Jesús tan sólo quería ver a Lázaro por última vez. Ella no era de carácter firme ni constante en su actitud. Como titubeaban antes de quitar la piedra, Jesús dijo: «¿Acaso no os dije desde el principio que esta enfermedad no era para la muerte? ¿Acaso no he venido para cumplir mi promesa? Después de llegar aquí, ¿acaso no dije que, si tan sólo creéis, veréis la gloria de Dios? ¿Por qué dudáis? ¿Cuánto hay que esperar antes de que vosotros creáis y obedezcáis?»
“Mientras este grupo de unos cuarenta y cinco mortales estaba de pie delante de la tumba, podían ver vagamente la forma de Lázaro, envuelto en mortajas de lino, descansando en el nicho inferior derecho de la cueva fúnebre. Mientras estas criaturas terrenales estaban allí de pie en un silencio estupefacto, las vastas huestes de seres celestiales ocuparon su lugar, preparándose para responder a la señal de acción en el instante en que la diera Gabriel, su comandante.
“Jesús levantó la vista y dijo: «Padre, estoy agradecido de que hayas oído y otorgado mi solicitud. Sé que siempre me oyes, pero te hablo así por los que están aquí junto a mí para que puedan creer que tú me has enviado al mundo, para que sepan que trabajas conmigo en lo que estamos por realizar.» Y después de orar, dijo en voz muy alta: «Lázaro, ¡ven fuera!»
“Aunque los observadores humanos permanecieron inmóviles, las vastas huestes celestiales se activaron al unísono obedeciendo la palabra del Creador. En tan sólo doce segundos de tiempo terrenal, la forma hasta ese momento sin vida de Lázaro comenzó a moverse y finalmente se sentó en el borde de piedra sobre la que había yacido. Su cuerpo estaba atado por las mortajas, su rostro, cubierto con un paño. Cuando se puso de pie delante de ellos —vivo— Jesús dijo: «Aflojad sus vendajes y dejadlo salir».
“Todos, excepto los apóstoles, Marta y María, huyeron a la casa. Estaban pálidos de terror y sobrecogidos por el asombro. Aunque algunos permanecieron allí, muchos regresaron corriendo a su hogar.
“Lázaro saludó a Jesús y a los apóstoles y preguntó qué significaban las mortajas y por qué se había despertado en el jardín. Jesús y los apóstoles se apartaron, mientras Marta le contó a Lázaro sobre su muerte, entierro y resurrección. Tuvo que explicarle que él había muerto el domingo, habiendo resucitado a la vida el jueves, porque él no tenía conciencia del tiempo desde el momento en que había caído en el sueño de la muerte.
“Mientras Lázaro salía de la tumba, el Ajustador Personalizado de Jesús, que ahora era el jefe de su clase en este universo local, mandó al ex Ajustador de Lázaro, que se encontraba ahora esperando, que volviese a residir en la mente y alma del hombre resucitado.
“Entonces fue Lázaro adonde Jesús y, con sus hermanas, se arrodilló a los pies del Maestro para manifestar su gratitud y ofrecer alabanza a Dios. Jesús, tomando a Lázaro de la mano, lo levantó diciendo: «Hijo mío, lo que te ha ocurrido a ti también lo experimentarán todos los que creen en este evangelio, excepto que resucitaran en una forma más gloriosa. Tú serás un testigo viviente de la verdad que yo he hablado —yo soy la resurrección y la vida. Pero vayamos ahora todos a la casa y compartamos alimentos para estos cuerpos físicos».”
F. MOTIVACIÓN:
  1. Esta fue la empresa final y suprema—su último esfuerzo para ganarse a los dirigentes judíos—en sus propios términos de lo milagroso—el prodigio de prodigios—incluso la resurrección de entre los muertos.
  2. Fue un gesto de amistad personal. Jesús probablemente disfrutaba con esta familia de Betania—además de con su propia familia y la de los Zebedeo—más que con cualquier otra de la tierra.
  3. Había estado enseñando el don de la vida eterna—y ahora demostraba que él era ciertamente la resurrección y la vida.
  4. También ayudaba a sus apóstoles a creer más plenamente en la promesa de su propia resurrección.
  5. Pero incluso este trabajo poderoso no se ganó a los que habían rechazado durante tanto tiempo la luz y la verdad. Pronto acordaron matar a Lázaro y también a Jesús.
  6. Es interesante señalar que Lázaro murió más adelante por la misma enfermedad

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