EL LIBRO DE URANTIA Parte I - Palabras de Jesús
21. LA ADVERTENCIA AL VENDEDOR DE FRUT
22. COMENTARIOS AL ESTOICO SOBRE LOS VERDADEROS VALORES
23. CONSEJO AL SOLDADO
“En Mesana se detuvieron un solo día, pero lo suficiente para cambiar la vida de un muchacho, un vendedor de frutas, a quien Jesús le compró frutas y a su vez alimentó con el pan de la vida. El muchacho no olvidaría jamás las palabras de Jesús y la bondadosa mirada que las acompañó cuando, apoyando la mano sobre el hombro del muchacho, le dijo: «Adiós, hijo mío, sé valiente mientras te haces hombre, y después de alimentar el cuerpo aprende también a alimentar el alma. Mi Padre que está en el cielo estará contigo y te guiará». El muchacho se hizo devoto de la religión mitraíca y posteriormente se convirtió a la fe cristiana.” (1440.3) 130:8.3
“Fue con Angamón, el líder de los estoicos, con que Jesús pasó una noche entera conversando durante los primeros días de su estadía en Roma. Este hombre posteriormente se convirtió en un gran amigo de Pablo y resultó ser uno de los principales sostenedores de la iglesia cristiana en Roma. En esencia, y dicho en lenguaje moderno, Jesús enseñó a Angamón:
“La norma de los valores verdaderos debe buscarse en el mundo espiritual y en los niveles divinos de la realidad eterna. Un mortal ascendente debe reconocer que todas las normas inferiores y materiales son efímeras, parciales e inferiores. El científico, como tal, está limitado al descubrimiento de las conexiones entre los hechos materiales. Formalmente, no tiene el derecho de afirmar que es un materialista o idealista, porque al hacerlo está renunciando a la actitud de un verdadero científico, ya que todas y cada una de tales afirmaciones son la esencia misma de la filosofía.
“Si el discernimiento moral y el alcance espiritual de la humanidad no aumentan proporcionalmente, el avance ilimitado de una cultura puramente materialista puede llegar a ser finalmente una amenaza para la civilización. Una ciencia puramente materialista alberga dentro de sí la simiente potencial de la destrucción de toda aspiración científica, porque esta actitud misma presagia el colapso final de una civilización que ha abandonado su sentido de los valores morales y ha repudiado su meta espiritual del logro.
“El científico materialista y el idealista extremo están destinados a una disputa constante. Esto no se aplica a aquellos entre los científicos e idealistas que posean una norma común compartida de valores morales elevados y de altos niveles de prueba espiritual. En toda época, los científicos y los religionistas deben reconocer que están a prueba ante el tribunal de la necesidad humana. Deben rechazar toda guerra entre ellos a la vez que han de luchar valientemente para justificar su supervivencia mediante una mayor devoción al servicio del progreso humano. Si la así llamada ciencia o religión de una época determinada es falsa, deberá purificar sus actividades o desaparecer antes de la emergencia de una ciencia material o una religión espiritual de orden más verdadero y más digno.” (1456.7) 132:1.1
“Caminando con un soldado romano junto al Tiber le dijo: «Sé valiente de corazón así como de brazo. Atrévete a hacer justicia y ten la entereza de ser misericordioso. Obliga a tu naturaleza inferior a que obedezca a tu naturaleza superior del mismo modo que tú obedeces a tus superiores. Reverencia la bondad y exalta la verdad. Elige la belleza en lugar de la fealdad. Ama a tus semejantes y acércate a Dios con todo tu corazón, porque Dios es tu Padre en el cielo».” (1461.4) 132:4.6
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