EL LIBRO DE URANTIA Parte I - Palabras de Jesús
64. EL BANCO DE PECES
65. LA RELIGIÓN COMO EXPERIENCIA PERSONAL
“Cuando terminó Jesús de enseñar a las gentes, dijo a David: «Como hubisteis de interrumpir vuestro trabajo para acudir en mi ayuda, dejadme ahora trabajar con vosotros. Vamos a pescar. Vayamos allí, donde las aguas son profundas, y arrojad las redes». Pero Simón, uno de los ayudantes de David, respondió: «Maestro, no vale la pena. Trabajamos toda la noche, y nada pescamos. Sin embargo, si es tu voluntad, iremos a donde es hondo y arrojaremos las redes». Simón estuvo dispuesto a seguir las instrucciones de Jesús porque su amo David así se lo indicó con un gesto. Cuando llegaron al sitio señalado por Jesús, arrojaron las redes y juntaron tal cantidad de peces que temían que se rompieran las redes, tanto que llamaron a sus asociados que estaban en la costa para que vinieran a ayudarlos. Cuando hubieron cargado las tres barcas de tal cantidad de peces que estaban a punto de hundirse, este Simón se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Maestro, porque soy un pecador». Simón y todos los demás estaban asombrados por la abundancia de peces. Desde ese día, David Zebedeo, este Simón y sus asociados abandonaron sus redes y siguieron a Jesús.
“Pero no había sido ésta en ningún sentido una pesca milagrosa. Jesús era un observador atento de la naturaleza; era, a la vez, un pescador experto y conocía los hábitos de los peces en el Mar de Galilea. En esta ocasión, se limitó a señalar a estos hombres el sitio al que generalmente convergían los peces a esa hora del día. Pero los seguidores de Jesús siempre lo consideraban un milagro.” (1628.5) 145:1.2 (Mat 4:18-22; (Mar 1:16-20)
“Jesús predicó este sermón para aclarar el hecho de que la religión es una experiencia personal. Entre otras cosas dijo el Maestro:
“«Bien sabéis que aunque un padre de corazón tierno ama a su familia en su totalidad, los considera así en grupo, debido a su poderoso afecto por cada uno de los individuos que forman esa familia. Ya no tienes que acercarte al Padre en el cielo como hijo de Israel, sino como hijo de Dios. Como grupo, sois efectivamente los hijos de Israel, pero como individuos, cada uno de vosotros es hijo de Dios. Yo he venido, no para revelar el Padre a los hijos de Israel, sino más bien para traer este conocimiento de Dios y la revelación de su amor y misericordia al creyente individual, como una genuina experiencia personal. Todos los profetas os han enseñado que Yahvé ama a su pueblo, que Dios ama a Israel. Pero yo he venido entre vosotros para proclamar una verdad aun más grande, una verdad que muchos de los últimos profetas también alcanzaron a comprender, o sea, que Dios os ama —a cada uno de vosotros— como individuos. Durante todas estas generaciones habéis vosotros tenido una religión nacional o racial; yo he venido ahora para daros una religión personal.
“«Pero aun ésta no es una idea nueva. Muchos de entre vosotros con sensibilidad espiritual han conocido esta verdad, en la medida en que algunos de los profetas así os han instruido. Acaso no habéis leído en las Escrituras que dice el profeta Jeremías: ‘En aquellos días no dirán más: los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera. Cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera. He aquí que vienen días en los cuales haré nuevo pacto con mi pueblo, no como el pacto que hice con sus padres el día que los sacé de la tierra de Egipto, sino que será el pacto según el nuevo camino. Escribiré aun mi ley en su corazón. Yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. En aquello día no dirán, un hombre a su vecino: ¿conoces al Señor? ¡No!, porque todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande'.”
“«¿Acaso no habéis leído estas promesas? ¿Acaso no creéis en las Escrituras? ¿Acaso no comprendéis que las palabras del profeta se cumplen en lo que contempláis en este día? ¿Acaso no os exhortó Jeremías a que hicierais la religión en un asunto del corazón, a que os relacionarais con Dios como individuos? ¿Acaso no os dijo el profeta que Dios del cielo escudriña cada corazón individual? ¿No se os advirtió que el corazón humano por naturaleza es engañoso más que todas las cosas y muchas veces desesperadamente perverso?
“«¿Acaso no habéis leído también donde Ezequiel enseñó a vuestros padres que la religión debe llegar a ser realidad en vuestra experiencia individual? Ya no usaréis el proverbio que dice: ‘los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera'. ‘Así como yo vivo', dice el Señor Dios, ‘He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo. Sólo el alma que peca morirá'. Y luego, Ezequiel llegó a predecir este día cuando habló en nombre de Dios diciendo: ‘También os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros'.”
“«Ya no temáis que Dios castigue una nación por el pecado de un individuo; tam-poco castigará el Padre en el cielo a uno de sus hijos creyentes por los pecados de una nación, a pesar de que cada integrante de una familia sufra a menudo las consecuencias materiales de los errores de la familia y de las transgresiones del grupo. ¿Acaso no os dais cuenta de que la esperanza de una nación mejor —o de un mundo mejor— está vinculada con el progreso y esclarecimiento del individuo?»” (1629.4) 145:2.3
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