Wednesday, March 25, 2020

EL LIBRO DE URANTIA - Parte I - Palabras de Jesús 127. LA APARICIÓN EN SICAR - 128. LA APARICIÓN FENICIA


EL LIBRO DE URANTIA Parte I - Palabras de Jesús
127. LA APARICIÓN EN SICAR
128. LA APARICIÓN FENICIA

Imagen
“A eso de las cuatro de la tarde del sábado 13 de mayo, el Maestro apareció ante Nalda y unos setenta y cinco creyentes samaritanos junto al pozo de Jacob en Sicar. Los creyentes acostumbraban a reunirse en este lugar, cerca del sitio donde Jesús habló a Nalda sobre el agua viva. Este día, en el momento en que terminaban su conversación sobre la noticia de la resurrección, Jesús apareció repentinamente ante ellos diciendo:
“«Que la paz sea con vosotros. Os regocijáis de saber que yo soy la resurrección y la vida, pero esto de nada os servirá a menos que primero nazcáis del espíritu eterno, llegando así a poseer por la fe, el don de la vida eterna. Si sois hijos de mi Padre por la fe, no moriréis jamás, no pereceréis. El evangelio del reino os enseñó que todos los hombres son hijos de Dios. Y esta buena nueva sobre el amor del Padre celestial por sus criaturas en la tierra, debe ser difundida por todo el mundo. El momento ha llegado en que ya no adoraréis a Dios ni en Gerizim ni en Jerusalén, sino donde estéis, como estéis, en espíritu y en verdad. Es vuestra fe la que salva vuestra alma. La salvación es el don de Dios, para todos los que creen que son sus hijos. Pero no os engañéis; aunque la salvación es un don gratuito de Dios y es otorgada a los que la aceptan por la fe, lo que sigue es la experiencia de rendir los frutos de esta vida espiritual tal como se la vive en la carne. La aceptación de la doctrina de la paternidad de Dios implica que también aceptéis libremente la verdad asociada de la hermandad del hombre. Si el hombre es tu hermano, él es aun más que tu prójimo, a quien el Padre exige que ames como a ti mismo. Tu hermano pertenece a tu familia; así pues, lo amarás no sólo con el afecto familiar sino que también lo servirás como te servirías a ti mismo. Y amaréis y serviréis a vuestro hermano de este modo porque vosotros, siendo mis hermanos, así habéis sido amados y servidos por mí. Id pues por todo el mundo, difundiendo la buena nueva a todas las criaturas de todas las razas, tribus y naciones. Mi espíritu irá delante de vosotros, y yo estaré siempre con vosotros».
“Estos samaritanos mucho se asombraron con esta aparición del Maestro, y de prisa se fueron a las ciudades y aldeas vecinas donde difundieron la nueva de que habían visto a Jesús, y que les había hablado. Y ésta fue la decimoséptima aparición morontial del Maestro.” (2053.3) 193:1.1
“La aparición morontial decimoctava del Maestro fue en Tiro, el martes 16 de mayo, poco antes de las nueve de la noche. Nuevamente apareció al final de una reunión de creyentes que estaban a punto de dispersarse, diciendo:
“«Que la paz sea con vosotros. Vosotros os regocijáis de saber que el Hijo del Hombre ha resucitado de entre los muertos porque así sabéis que vosotros y vuestros hermanos también sobreviviréis al fallecimiento mortal. Pero esa sobrevivencia depende de que hayáis nacido primero del espíritu de búsqueda de la verdad y descubrimiento de Dios. El pan y el agua de la vida se otorgan tan sólo a los que tienen hambre de verdad y sed de rectitud —de Dios. El hecho de que los muertos resucitan, no constituye el evangelio del reino. Estas grandes verdades y estos hechos del universo están todos relacionados con este evangelio en cuanto son una parte del resultado de creer la buena nueva y están comprendidos en la experiencia subsiguiente de los que, por la fe, se tor-nan, de hecho y en verdad, en hijos sempiternos del Dios eterno. Mi Padre me envió a este mundo para proclamar a todos los hombres esta salvación de filiación. Así yo os envío a que prediquéis esta salvación de filiación. La salvación es el don de Dios, pero los que nacen del espíritu, comienzan inmediatamente a rendir los frutos del espíritu en servicio amante de sus semejantes. Y los frutos del espíritu divino cosechados en la vida de los mortales nacidos del espíritu y conocedores de Dios son: servicio amante, devoción altruista, lealtad valiente, justicia sincera, honestidad esclarecida, esperanza sin fin, confianza incondicionada, ministerio misericordioso, bondad infalible, tolerancia clemente y paz duradera. Si los creyentes profesos no rinden estos frutos del espíritu divino en su vida, están muertos. El Espíritu de la Verdad no está en ellos; son ramas inútiles de una vid viva y pronto serán podadas. Mi Padre requiere que todos los hijos de la fe rindan muchos frutos del espíritu. Si por lo tanto vosotros no sois fructíferos, él cavará alrededor de vuestras raíces y podará vuestras ramas estériles. Cada vez más debéis rendir los frutos del espíritu, a medida que progresáis hacia el cielo en el reino de Dios. Podéis entrar al reino como un niño, pero el Padre requiere que crezcáis por la gracia, a la plena estatura del adulto espiritual. Cuando vayáis a decir a todas las naciones la buena nueva del evangelio, yo iré delante de vosotros, y mi Espíritu de la Verdad morará en vuestro corazón. Mi paz os dejo».” (2054.2) 193:2.1

No comments:

Post a Comment