LIBRO DE URANTIA PARTE I PALABRAS DE JESUS
104. LA VISITA A ZAQUEO
“Cuando la procesión del Maestro entró a Jericó, era cerca de la puesta del sol, y dispusieron pernoctar allí. Al pasar Jesús frente a la aduana, Zaqueo el jefe publicano, o recolector de impuestos, estaba de casualidad allí, y mucho deseaba ver a Jesús. Este jefe publicano era muy rico y mucho había oído sobre este profeta de Galilea. Había resuelto que la próxima vez que Jesús visitara Jericó quería ver qué clase de hombre era éste, por lo tanto, Zaqueo trató de abrirse paso entre el gentío, pero éste era demasiado grande, y siendo él bajo de estatura, no podía ver por encima de la cabeza de la gente. Así pues, el jefe publicano siguió a la multitud hasta que llegaron cerca del centro de la ciudad y no lejos de donde él vivía. Al ver que no podría abrirse paso en el gentío, y pensando que Jesús tal vez cruzaría la ciudad sin parar, se adelantó corriendo y trepó a un sicómoro cuyas abundantes ramas pendían sobre el camino. Sabía que de esta manera podría ver bien al Maestro cuando éste pasara. Y no sufrió una desilusión porque, al pasar Jesús, se detuvo, y levantando la mirada a Zaqueo, dijo: «Apresúrate, Zaqueo, y baja, porque esta noche he de morar en tu casa». Cuando Zaqueo oyó esas palabras asombrosas, estuvo a punto de caerse del árbol en su prisa por bajar, y acercándose a Jesús, expresó su gran gozo de que el Maestro quisiera parar en su casa.
“Fueron enseguida a la casa de Zaqueo, y los que vivían en Jericó se sorprendieron mucho de que Jesús consintiera en morar con el jefe publicano. Aun mientras el Maestro y sus apóstoles se detenían momentáneamente con Zaqueo en la puerta de su casa, uno de los fariseos de Jericó, de pie cerca, dijo: «Podéis ver cómo este hombre ha ido a morar con un pecador, un hijo apóstata de Abraham que es extorsionador y ladrón de su propio pueblo». Cuando Jesús escuchó esto, bajó la mirada sobre Zaqueo y sonrió. Entonces Zaqueo se subió sobre un taburete y dijo: «Hombres de Jericó, ¡oídme! Tal vez sea yo publicano y pecador, pero el gran Maestro ha venido a morar en mi casa; y antes de que entre, yo os digo que donaré la mitad de mis bienes a los pobres, y a partir de mañana, si algo he recolectado injustamente de algún hombre, le devolveré cuatro veces tanto. Voy a buscar la salvación con todo mi corazón y a aprender a hacer rectitud ante los ojos de Dios».
“Cuando Zaqueo terminó de hablar, Jesús dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, y tú te has vuelto en verdad un hijo de Abraham». Volviéndose a la multitud congregada alrededor de ellos, Jesús dijo: «No os sorprendáis por mis palabras ni os ofendáis por lo que hacemos, porque yo he declarado desde el principio que el Hijo del Hombre ha venido para buscar y salvar a aquel que está perdido».” (1873.4) 171:6.1 (Lucas 19:1-10)
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