Humanos Desencarnados y Apegos Etéricos.
Los humanos desencarnados, un aspecto fascinante e intrincado del reino espiritual, son aquellos que han hecho la transición del mundo físico a los planos etéreos pero no se han desapegado completamente de los reinos físico, etérico y astral. En particular, no se limita a las almas de los difuntos; incluso sus capas etéricas y astrales desechadas pueden cobrar vida propia, evolucionando hacia parásitos no físicos una vez que su núcleo espiritual consciente ha avanzado.
Rudolf Steiner fue un filósofo, reformador social y esoterista austríaco que fundó el movimiento espiritual conocido como Antroposofía. Tenía una perspectiva única sobre el mundo espiritual y la existencia de capas etéricas, que se cree que son restos del cuerpo etérico de una persona después de la muerte. Las ideas de Steiner sobre estos conceptos han provocado intriga y discusión entre aquellos interesados en lo paranormal y el más allá.
Según las enseñanzas de Steiner, el cuerpo etérico es uno de los cuerpos espirituales sutiles que existen junto al cuerpo físico. A menudo se describe como un puente entre los reinos físico y espiritual y juega un papel crucial en los procesos de vida de un individuo. Tras la muerte, Steiner postuló que el cuerpo etérico se separa del cuerpo físico y eventualmente se desintegra, dejando atrás lo que él llamó “cáscaras etéricas”.
Estas capas etéricas, como las imaginó Steiner, no son entidades conscientes en sí mismas, sino patrones de energía residual o huellas del individuo fallecido. Tienen el potencial de conservar algunas características o recuerdos de la persona que alguna vez los habitó. Es en este contexto donde entra en juego el concepto de entidades más oscuras.
Steiner sugirió que ciertas entidades espirituales malévolas o negativas podrían sentirse atraídas por estas capas etéricas. Estas entidades, motivadas por el deseo de mantener su influencia en el mundo físico, pueden intentar habitar estos caparazones. Al hacerlo, podrían personificar efectivamente a las almas de los difuntos, usando estos caparazones etéricos desechados como máscaras. Este misterioso fenómeno puede manifestarse en varios contextos paranormales, como sesiones de espiritismo o sesiones de la tabla Ouija.
Las sesiones espiritistas son reuniones donde las personas intentan comunicarse con los espíritus de los difuntos. Si las capas etéricas son realmente atractivas para entidades más oscuras, pueden explotar la vulnerabilidad de quienes participan en una sesión. Estas entidades pueden imitar las voces o personalidades de los seres queridos fallecidos, lo que lleva a los participantes a creer que están en contacto con sus familiares fallecidos. Esta puede ser una experiencia desconcertante e inquietante, que desdibuja las líneas entre el reino vivo y el espiritual.
Las sesiones de la tabla Ouija, que implican el uso de un tablero con letras y símbolos para comunicarse con los espíritus, también podrían ser susceptibles a tales manipulaciones. Los participantes que usan el tablero pueden creer que están recibiendo mensajes del otro lado, pero en realidad podrían estar interactuando con estas entidades más oscuras que se hacen pasar por los difuntos.
Experiencia personal
Durante mis extensos años dirigiendo seminarios en los que canalizaba para grupos, me había acostumbrado a conectarme con varias entidades sin ningún problema. Sin embargo, hubo una velada en particular que se destaca entre todas mis experiencias. Fue durante una sesión con una gran multitud que ocurrió algo profundamente inusual, que desafió mis habilidades e intuición.
Mientras profundizaba en mi práctica de canalización esa noche, una presencia inesperada se hizo conocida en mi conciencia. Era el espíritu de una joven que había fallecido y que buscaba comunicarse a través de mí. Ella se identificó como hija de alguien en la habitación y reveló que había sido discapacitada en su vida terrenal. Su más sincero deseo era hablar con su afligida madre.
Canalizar con el difunto no era algo que habitualmente hiciera; era un territorio desconocido para mí. Lleno de incertidumbre, me dirigí cautelosamente al grupo y pregunté si alguno de los presentes había perdido recientemente a una joven discapacitada. Para mi sorpresa, una mujer entre los asistentes comenzó a sollozar y compartió que había perdido trágicamente a su amado hijo apenas dos semanas antes y, de hecho, su hija había enfrentado desafíos físicos.
Al principio, el encuentro estuvo lleno de alegría y alivio, mientras le transmitía a la madre que su querida hija fallecida se estaba comunicando a través de mí. Las palabras iniciales de la niña fueron de consuelo, dichas de una manera dulce e inocente que tranquilizó el corazón afligido de su madre. Sin embargo, a medida que se desarrolló nuestra conversación, la energía en la sala comenzó a cambiar dramáticamente.
La joven comenzó a hacer una petición inusual: preguntó si podía entrar en mi cuerpo y comunicarse directamente con su madre. Por alguna razón, mi intuición envió señales de advertencia, instándome a no cumplir con esta inusual solicitud. En cambio, me sentí obligado a mantener un límite, permanecer fuera de mi cuerpo energético y transmitir yo mismo los mensajes de la niña a su madre. Una abrumadora sensación de inquietud y miedo se apoderó de mí, intensificándose mientras resistía la insistencia de la entidad.
Me negué a permitir que la niña entrara en mi esfera de energía y, en respuesta, su ira aumentó. Cuanto más me resistía, más se intensificaba su ira, lo que finalmente la llevó a revelar su auténtica naturaleza y apariencia. Se hizo evidente que no me estaba comunicando con la chica fallecida, sino con una entidad negativa que se hacía pasar por ella. Observé cómo esta entidad hacía esfuerzos persistentes para romper mi campo de energía, y seguí resistiendo hasta que finalmente se transformó y reveló su verdadera forma: una semejanza que recuerda a una gárgola.
Al final, no tuve más remedio que poner fin abruptamente a la sesión. Me abstuve de revelar mis preocupaciones a la afligida madre, ya que su consuelo se derivaba de las palabras que escuchó, y no quería disminuir ese consuelo. Este desconcertante encuentro me dejó con una persistente sensación de inquietud y escepticismo, ya que planteó preguntas inquietantes sobre la capacidad de las entidades para hacerse pasar por las almas de sus seres queridos fallecidos. Fue una profunda lección de discernimiento y de los límites que deben mantenerse en el delicado ámbito de la comunicación espiritual.
La difícil situación de estos humanos desencarnados, o los restos etéricos y astrales autónomos que dejan atrás, es intrigante. Pueden forjar una conexión con un individuo vivo, aferrándose a su fuerza vital para sostenerse y experimentar la vida indirectamente a través de su anfitrión.
Sin un cuerpo físico, satisfacer las adicciones físicas se vuelve imposible para estas almas. Sin embargo, su deseo por esas sensaciones persiste. De este modo, se insertan ingeniosamente en los circuitos neuronales y etéricos de los vivos, obteniendo una vez más una fugaz muestra de las sensaciones del mundo físico.
El vínculo entre una entidad desencarnada y un anfitrión vivo es más potente cuando comparten una profunda resonancia emocional. Por ejemplo, un alma que se quitó la vida podría encontrar consuelo en unirse a alguien que ya alberga tendencias suicidas, creando una conexión simbiótica alimentada por la desesperación compartida.
Uno de los aspectos más intrigantes de los apegos a entidades humanas desencarnadas es cómo pueden manifestarse como superposiciones de personalidad sobre sus anfitriones. Esto da como resultado antojos y prejuicios que están completamente fuera de lugar en el individuo. Estos apegos etéreos tienden a ocurrir cuando los individuos se encuentran en su punto más vulnerable etéricamente, a menudo en proximidad a lugares y situaciones vinculadas a las almas de los difuntos.
Completar el proceso de duelo es esencial, no sólo para los vivos sino también para la transición pacífica del fallecido. Cuando las personas no pueden dejar de lado su apego a un ser querido que ha fallecido, este vínculo emocional puede influir en el viaje del alma del difunto, lo que resulta en un apego entre los vivos y el caparazón etérico del difunto.
El proceso de duelo es una respuesta natural a la pérdida, que involucra etapas como la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Completar este proceso permite a las personas superar sus emociones y, finalmente, encontrar un cierre. Sin embargo, cuando alguien no puede dejar de lado su apego al difunto, a menudo indica problemas emocionales no resueltos. Este apego frecuentemente surge de sentimientos de culpa, arrepentimiento o un profundo deseo de reunirse con el difunto.
De hecho, el estado emocional de los vivos puede afectar el viaje del alma del difunto. Si la persona viva permanece apegada emocionalmente e incapaz de avanzar, su estado emocional puede obstaculizar la progresión del alma del difunto a la siguiente etapa de existencia. Un alma incapaz de realizar una transición completa debido al apego emocional de los vivos puede permanecer como un caparazón etérico, parecido al difunto. Esto subraya la importancia de encontrar un cierre y completar el proceso de duelo, no sólo para los vivos sino también para el paso pacífico del alma del difunto.
Para ayudar al alma fallecida de un ser querido en la transición y evitar el apego a su capa etérea, puede realizar un ritual sincero y espiritualmente edificante. Comience creando un espacio sereno y sagrado, preferiblemente durante un momento tranquilo del día o de la noche. Encienda una vela blanca o lavanda para simbolizar la pureza y la guía divina.
Siéntese en silencio y conéctese a través de respiraciones profundas y meditación. Invoca la energía amorosa del universo y cualquier guía espiritual o ángel benévolo con el que resuenes. Visualice una luz dorada y radiante que lo rodea a usted y a la presencia etérea de su ser querido.
Habla al alma de tu ser querido con amor y compasión, animándolo a dejar de lado cualquier apego terrenal. Recuérdeles la belleza del más allá, el reencuentro con sus seres queridos fallecidos y el amor y la luz ilimitados que les esperan.
Si tienes un recuerdo o una fotografía de tu ser querido, colócalo en un altar o espacio sagrado. Ofrezca una pequeña muestra, como una flor o un cristal, como símbolo de su amor y apoyo en su viaje.
Termina el ritual con una oración o afirmación, expresando tu amor, gratitud y liberación. Deje que la vela arda como un faro de guía para el alma de su ser querido.
Después del ritual, mantenga una atmósfera pacífica y amorosa en su hogar, permitiendo que el espíritu de su ser querido se sienta bienvenido a seguir adelante. Confía en que su viaje estará guiado por el amor que habéis compartido y encontrarán el camino hacia la luz, sin la carga del caparazón etéreo.
Conectarse con un ser querido fallecido puede ser una experiencia profundamente espiritual y transformadora. Implica trascender la forma terrenal que una vez habitaron y reconocer su verdadera esencia como un ser de luz radiante. Esta conexión va más allá de lo físico y aprovecha la naturaleza eterna y trascendente del alma.
En esta conexión sagrada, uno puede llegar a comprender que el ser querido fallecido no está confinado a las limitaciones de su existencia terrenal. En cambio, existen como una entidad luminosa y atemporal, libre de las limitaciones del cuerpo físico. Requiere un cambio de percepción, una voluntad de percibir su presencia como una energía cálida y reconfortante en lugar de un mero recuerdo de su apariencia física.
Ver al ser amado como un ser de luz radiante permite una conexión más profunda y espiritualmente enriquecedora. Abre la puerta para comunicarse a nivel del alma, para sentir su amor, guía y presencia de una manera más expansiva y sin filtros. Es un recordatorio de que el amor trasciende los límites de la vida y la muerte, y que nuestras almas continúan brillando intensamente en el universo mucho después de que partimos de este reino terrenal. Esta forma de conectarse con un ser querido fallecido puede brindar consuelo, curación y una comprensión más profunda de la interconexión de todas las almas en el gran tapiz de la existencia. Es una manera poderosa y hermosa de mantener viva su memoria y honrar la luz perdurable de su alma.
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